Edificando la iglesia con amor y orden _ David Jang

Introducción: La era del Espíritu Santo y el contexto de la iglesia primitiva

Al explicar 1 Corintios 14, el pastor Jang Jae-hyung presenta primero el trasfondo histórico y cultural de la iglesia primitiva. En ese tiempo, la iglesia no contaba con un sistema teológico plenamente desarrollado, una organización eclesiástica tradicional ni un canon del Nuevo Testamento definido. Los creyentes se reunían en iglesias domésticas (house churches) y la forma del culto no estaba estandarizada como hoy. Este entorno flexible facilitaba la libre manifestación de los dones del Espíritu Santo y fenómenos sobrenaturales dentro de la iglesia.

Pablo abordó detalladamente el uso de los dones espirituales en 1 Corintios 12–14 porque la abundancia de experiencias espirituales a veces provocaba desorden y confusión en la comunidad. Por ejemplo, en Hechos 2, el derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés y el hablar en diversas lenguas fueron señales del poder del Espíritu y de la expansión del evangelio. Sin embargo, al igual que en la iglesia de Corinto, el uso desordenado de estos dones podía generar confusión en la congregación.

El pastor Jang enfatiza que los principios presentados por Pablo—amor y orden—siguen siendo importantes hoy. La era del Espíritu Santo ya ha llegado (véase Joel 2:28), y ahora cualquiera, sin importar edad, sexo o estatus social, puede recibir los dones del Espíritu. Esto significa que la comunidad de fe no está limitada por costumbres humanas o la razón, sino que vive bajo la guía trascendente de Dios.

1. La naturaleza básica de las lenguas y la profecía

En 1 Corintios 12–14, Pablo menciona diversos dones espirituales (1 Co. 12:4 “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo”) y, en el capítulo 14, contrasta especialmente las lenguas con la profecía. El pastor Jang Jae-hyung, a través de este contraste, aclara la naturaleza fundamental de estos dos dones.

(1) Lenguas

Hablar en lenguas es un lenguaje espiritual que trasciende la razón humana, enfocándose en la profunda comunión entre el que habla y Dios (1 Co. 14:2). A través de las lenguas, el creyente puede orar por largos períodos, agudizar su sensibilidad espiritual y profundizar su relación con Dios. Esto es útil en vigilias de oración u oración intercesora prolongada. Además, las lenguas pueden ser una señal para los incrédulos o visitantes, mostrando que “Dios realmente obra aquí” (1 Co. 14:22), transformando así a la iglesia en un lugar de presencia sobrenatural.

No obstante, las lenguas no comunican un significado inteligible a toda la congregación, lo que limita su capacidad de edificar a la iglesia en conjunto (1 Co. 14:4). Por ello, Pablo aconseja limitar el uso de las lenguas en el culto público o emplearlas solo cuando haya intérprete (1 Co. 14:27–28).

(2) Profecía

La profecía es un don mediante el cual el mensaje de Dios se transmite directamente a las personas. El profeta revela la voluntad de Dios, edificando, exhortando y consolando a la comunidad eclesial y a los creyentes individuales (1 Co. 14:3). Así, la profecía ayuda a que la congregación entera comprenda el corazón de Dios (1 Co. 14:24–25) y crezca espiritualmente.

Pablo exhorta especialmente a anhelar la profecía (1 Co. 14:1) porque este don comunica la voluntad de Dios en un lenguaje comprensible para todos, permitiendo que incluso incrédulos y personas inmaduras espiritualmente escuchen el mensaje, se arrepientan y cambien. La profecía enriquece la unidad comunitaria, el crecimiento doctrinal y la madurez espiritual.

2. La instrucción de Pablo sobre el uso de lenguas y profecía: amor y orden

Después de resaltar en el capítulo 13 la vanidad de los dones sin amor, Pablo en el capítulo 14 presenta directrices prácticas para el uso de los dones. La clave es “amor y orden”. Cuando se ejercen con amor, los dones edifican la iglesia, y el orden permite que encajen armoniosamente en el culto (1 Co. 14:40).

(1) Ejercer los dones con amor

1 Corintios 13 afirma que el amor es la base de todos los dones. El amor busca el bien de la comunidad e impide que los dones se conviertan en herramientas de jactancia o superioridad. Tanto las lenguas como la profecía dan fruto cuando se practican en amor, edificando la iglesia.

Las lenguas son útiles para el crecimiento espiritual personal, pero no deben exhibirse en el culto de manera que excluya a otros. Asimismo, la profecía transmitida con amor aporta exhortación, consuelo y hasta corrección justa que finalmente busca restaurar. Incluso al señalar el pecado, un don ejercido con amor tiene por meta erigir y restaurar al prójimo.

(2) La importancia del orden

Pablo se preocupa por el desorden en la iglesia de Corinto e insiste en que los dones se ejerzan con un orden adecuado (1 Co. 14:33, 40). Si no hay intérprete, quien habla en lenguas debe hacerlo solo para Dios (1 Co. 14:28). En cuanto a la profecía, dos o tres profetas deben hablar por turno, y los demás juzgarán lo dicho (1 Co. 14:29–31).

El orden previene la confusión, aclara el mensaje y asegura que todos entiendan y participen. El propósito de los dones no es la mera experiencia sobrenatural, sino la edificación de la iglesia (1 Co. 14:12) y el retorno a Dios.

3. Los beneficios de las lenguas y la profecía: crecimiento individual y comunitario

El pastor Jang señala que las lenguas y la profecía son dones valiosos del Espíritu Santo, beneficiosos tanto para el individuo como para la iglesia. Sin embargo, deben ejercerse siempre “en amor y orden”.

(1) Los beneficios de las lenguas

Las lenguas profundizan la vida espiritual del creyente y amplían el horizonte de la oración. Al comunicarse con Dios más allá del lenguaje racional, el creyente fortalece su espíritu y desarrolla un hábito de oración. Además, las lenguas pueden ser una señal sobrenatural para los incrédulos, haciéndoles reconocer que “Dios está vivo aquí”.

No obstante, sin interpretación, las lenguas limitan la comprensión y empatía en el culto congregacional. Por eso, las lenguas pueden usarse en la oración personal o, en el culto público, con un intérprete, lo que beneficie a toda la congregación.

(2) Los beneficios de la profecía

La profecía transmite directamente la voluntad de Dios a la iglesia, fomentando el discernimiento espiritual, el crecimiento, el consuelo y la restauración. Cuando el profeta comparte palabras que edifican, la iglesia entera escucha la voz de Dios con mayor claridad, reconociendo su pecado y debilidad, y volviéndose a Él (1 Co. 14:24–25). Una profecía dada con amor abre el camino al arrepentimiento, la madurez, la transformación y la esperanza.

4. La diversidad y la convivencia en el culto: armonía de experiencias espirituales

El culto de la iglesia primitiva no estaba limitado a un solo predicador, sino que diversos poseedores de dones participaban, creando un ambiente dinámico que sostenía la libre operación del Espíritu. Sin embargo, Pablo enfatiza la necesidad de un orden básico incluso en medio de esta libertad. Se debe evitar tanto el formalismo excesivo como el caos total.

Hoy ocurre algo similar. El culto dominical puede ser ordenado y claro, ayudando a todos a recibir la voluntad de Dios, mientras que reuniones de oración durante la semana o asambleas especiales pueden permitir mayor libertad, facilitando la manifestación de diversos dones, incluidas lenguas y profecía. En todo caso, el amor y el orden siguen siendo la brújula confiable.

5. Una señal para incrédulos y creyentes: el propósito de las lenguas y la profecía

Pablo afirma que las lenguas pueden ser una señal para los incrédulos (1 Co. 14:22), despertando su interés en Dios. La profecía, aunque enfocada en edificar a los creyentes, también puede convencer a los incrédulos, exponiendo sus pecados ocultos y llevándolos a inclinarse ante Dios (1 Co. 14:24–25).

De este modo, las lenguas y la profecía demuestran la realidad de Dios a incrédulos y creyentes. Sin embargo, su uso requiere interpretación, discernimiento y verificación. Aquí, el amor y el orden vuelven a ser esenciales.

6. Conclusión: Lenguas y profecía, dones que edifican la iglesia en amor y orden

El mensaje central del sermón del pastor Jang Dawit (Jang Jae-hyung, fundador de Olivet University), en armonía con 1 Corintios 14, es el siguiente:

(1) Los dones, incluida la profecía, son preciosos regalos del Espíritu Santo.

(2) Estos dones permiten la comunión directa con Dios, edifican a la comunidad eclesial y testifican la realidad de Dios incluso a los incrédulos.

(3) El propósito original de los dones es edificar la iglesia en amor.

(4) El principio de Pablo — “hágase todo decentemente y con orden” (1 Co. 14:40) — sigue siendo válido hoy.

(5) Cuando se ejercen en amor y orden, los dones conducen a la madurez espiritual y a la riqueza de la comunidad.

Los dones no son trucos mágicos ni espectáculos de superioridad personal, sino herramientas para testificar la presencia viva de Dios y edificar la iglesia. Cuando las lenguas y la profecía se usan correctamente, la iglesia experimenta la presencia de Dios más profundamente en la adoración, manifestando ante el mundo su verdadera esencia como comunidad de fe.

Aplicación e implicaciones

La iglesia moderna muestra una amplia gama de actitudes hacia los dones del Espíritu. Algunas enfatizan lo sobrenatural, mientras que otras son muy cautelosas o las niegan. Sin embargo, 1 Corintios 14 nos exhorta a evitar los extremos y adoptar una sabiduría equilibrada. No es necesario reprimir los dones ni dejarlos sin control. El uso de los dones basado en el amor y el orden, tal como enseñan Pablo y el pastor Jang, apoya un crecimiento saludable de la iglesia.

No hablar en lenguas no hace a un creyente inferior, ni tener el don de profecía lo hace superior. Todos los dones provienen del mismo Espíritu (1 Co. 12:4), y lo importante es si benefician a la comunidad y edifican en amor. Sin amor, los dones son vacíos (1 Co. 13:1), y sin orden, generan confusión. Por ello, los creyentes deben anhelar los dones del Espíritu guiados por el amor y el orden en su vida de fe.

Los líderes deben establecer pautas claras, ayudar a los creyentes a desarrollar discernimiento espiritual y manejar los problemas con prudencia. Así, las lenguas, la profecía y otros dones del Espíritu también producirán frutos abundantes y verdaderos en la iglesia de hoy.

Palabras finales

El núcleo del sermón del pastor Jang Dawit (Jang Jae-hyung, fundador de la Universidad Olivet) concuerda con la exhortación de Pablo en 1 Corintios 14: “Usad las lenguas y la profecía con amor y orden.” La era del Espíritu Santo ya ha comenzado, y la iglesia actual es un espacio abierto donde se pueden experimentar los dones del Espíritu. Sin embargo, estos dones alcanzan su verdadero sentido solo cuando se utilizan para edificar la iglesia, con amor y orden.

El mensaje de 1 Corintios 14 trasciende el tiempo. Al atenerse a los principios bíblicos sobre el uso de los dones, la iglesia puede cosechar los frutos de la madurez espiritual y el crecimiento comunitario. En este proceso, la iglesia se presenta ante el mundo como una verdadera comunidad de adoración, mostrando el poder y el amor de Dios.

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